La necesidad de formar un hombre nuevo plantea un desafío a la educación.
Nunca como ahora existió tanta preocupación acerca de cómo educar,
lamentablemente ésta preocupación se limita muchas veces a la modernización de
las edificaciones educativas sin plantearse el problema esencial del fin,
cuando en realidad esto es lo primero que hay que tener en cuenta para
transformar la acción educativa. Primero es necesario determinar el tipo de
profesional que se desea formar, luego
se seleccionaran los medios, que serán eficaces o no en la medida que se
tiendan al logro del fin. Hay ideas que no son del tiempo presente, aunque sean
modernas, ni de moda aunque sean nuevas.
La modificación de la finalidad de la educación implica un cambio total
dentro del contenido curricular, y la metodología que cada una desempeña en la
praxis empleada, en las relaciones humanas y en la organización pedagógica y
didáctica.
Las instituciones educativas no deben ser más un sistema cerrado, sino un
mundo abierto, un sistema de relaciones; cada uno de sus miembros participará y
reconocerá al otro como alguien consciente y responsable, cada cual aportará su
originalidad y recibirá los beneficios del aporte de los otros. Se debe
estimular la capacidad de convivencia, a través de situaciones que permitan
aprender a dialogar y a trabajar cooperativamente.
Las instituciones educativas deberán estar abiertas a la comunidad,
estrechando las relaciones entre educandos y profesores. Fomentar el contacto
con la realidad a partir de la observación y el análisis crítico y así lograr
una verdadera integración.
Deberá contemplarse la introducción de nuevas técnicas educativas, cuando
ellas sean medios idóneos que contribuyan a la solución de los problemas y no
por el mero hecho de innovar. Para emplear medio científicos y técnicos, es necesario primero comprenderlos y luego
adaptarlos a las condiciones reales en que dichos medios se emplearan.
El cambio no implica solo a una relación de métodos sino que debe cambiar
el rol del docente y del estudiante, deben ser ellos mismos artífices de su
propia transformación. Los docentes deben ayudar a cada estudiante a que se
realice como persona, a que elabore su proyecto personal de vida, deben
orientarlos a desarrollar sus capacidades y superar sus limitaciones.
El estudio y análisis de la situación educativa de cualquier país debe ser
precedida de un enfoque socio económico y cultural de su realidad, para así
tener elementos que permitan explicar y comprender su presente y su futuro.
Para el proceso educativo es esencial la orientación que ha sido y será
fundamental en la pedagogía. Los educadores la han reconocido siempre como
objetivo implícito, aspecto integral y función necesaria de todo este proceso.
Es posible pensar que el sistema educativo basado en su misma organización,
programas de estudio, métodos de enseñanza y otras normas puedan proporcionar
orientación en cierta forma, no obstante, tal orientación será asistemática y
necesariamente mal planeada. Finalmente la orientación bien fundamentada debe
convertirse en el elemento básico de una política educativa que impulse y
cristalice el cambio social mediante la formación de ciudadanos capaces y con
plena convicción de su responsabilidad que contribuyan a obtener para el país
la paz, el bienestar y la justicia social.
Una nueva visión pedagógica responde a la necesidad de formar profesionales
para que mediante el enfoque de género interdisciplinario y transdisciplinario
sean capaces de investigar y participar en la formulación, ejecución y
evaluación de las políticas, programas y proyectos tendientes a promover una
nueva visión de enseñar, en teorías, métodos y técnicas que refuercen sus
conocimientos en materia de orientación pedagógica, de dirección y
planificación de la gestión educativa.
El educador debe ser ente todo un formador. Su verdadera misión es
promover el aprendizaje, fomentar
cambios favorables en las tendencias de los comportamientos y estimular el
desarrollo de las potencialidades latentes en los estudiantes.
La función principal del educador debe fundamentarse en trabajar
sistemáticamente con sus estudiantes para que estos adquieran buenos hábitos de
estudios. El docente que logre formar hábitos de estudios adecuados en sus
estudiantes, habrá realizado una mejor labor educativa que aquel que solamente
dirige su esfuerzo a la enseñanza de contenidos de materias.
En Venezuela se acentúa la conciencia que la educación debe cambiar, lo
mismo que los centros educativos, los métodos de enseñanzas y las estructuras educativas,
ya que las existentes hasta ahora no respondían a las exigencias de la época.
El
Único principio válido que se puede enunciar es que se debe hacer necesario
un estudio profundo de la realidad en la que se desarrolla la educación, y un
análisis de los principios aportados de la ciencia de la educación y luego un
trabajo cooperativo para que se produzcan los cambios deseados. En materia
curricular, la orientación debe formar parte integrante del proceso
enseñanza-aprendizaje, pues participa de los mismos objetivos de la educación
en general y por lo tanto no puede ser concebido como algo teórico y estático,
sino adaptado a las necesidades del país, para así contribuir al desarrollo
socio económico, científico y tecnológico del mismo y a la integración
inteligente y creadora de los estudiantes a ese desarrollo.
Educar es promover el análisis crítico de discursos, propuestas y hechos,
de las aptitudes autoritarias y dogmáticas, tanto en la realidad próxima
familiar, escolar, vecinal, comunal, como de la problemática nacional y
mundial. En palabras de Freire, necesitamos de un “Radicalismo crítico que
combate los sectarismos siempre castradores, la pretensión de poseer la verdad
revolucionaria……”.
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